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V I A J E R O S P E R R U N O S

PERÚ SUR. SEGUNDA PARTE: AREQUIPA - CHOQUEQUIRAO
Esta sección es ideal para el viajero, porque tiene un poco de todo: impresionantes lugares de naturaleza en la costa y en la cordillera; cultura de todos los tipos y colores: pre-inca, inca, colonial y las raíces actuales; historia. Algunos de los lugares que uno debe visitar por estos rumbos son:
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Arequipa
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Nazca
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Huacachina
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Islas Ballestas y Reserva Nacional de Paracas
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Ayacucho
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Choquequirao (desde San Pedro de Cachora)
Arequipa
Una de las ciudades más bonitas del Perú, con edificios y casitas coloniales blancas (apodada la Ciudad Blanca por sus construcciones de roca volcánica de color claro), plazas amplias y áreas verdes. De telón de fondo una sierra en la que destaca el gigantesco volcán Misti (un cono perfecto de 5822 metros), flanqueado por el Chachani (izquierda) y el Pichu Pichu (derecha). Su mezcla de ciudad grande y cosmopolita (segunda ciudad más grande del país) y su entorno andino, hace que las opciones para el viajero se multipliquen. Algunas de las cosas que puedes hacer en Arequipa son:
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Pasear por el centro colonial disfrutando de las iglesias, conventos y mansiones
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Salir por la noche
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Visitar algún museo. Destacan el Museo Santuarios Andinos, que expone diferentes aspectos de la cultura andina (el principal atractivo son los niños incas sacrificados/ofrecidos a los dioses/montanas, en cuyas condiciones climáticas quedaron perfectamente conservados) o el Museo de Arte Virreinal Santa Teresa
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Trekking por las montañas. Hay muchas rutas para elegir, entre las que cabe mencionar el popular ascenso al volcán Misti (¡llévate hojas de coca para el mal de altura!). Necesitas entre dos y tres días para subir y bajar.
El Cañón del Colca lo puedes visitar con guía, pero yo lo recomiendo hacer por tu cuenta (mucho más barato y a tu ritmo). La carretera es espectacular, pasando por la Reserva Nacional Salinas y Aguada Blanca (atento a las vicuñas), el inhóspito altiplano (zonas cercanas a los 5000 metros de altitud), y el descenso hasta Chivay.

Nazca
Pueblo en el tórrido desierto inmerso en las misteriosas Líneas de Nazca: alrededor de 300 geoglifos y 70 biomorfos esparcidos por un vasto territorio. Se cree que las hicieron las culturas nazca y paracas (periodo comprendido entre el 900 a.C y el 600 d.C) quitando las piedras oscuras del desierto… O, lo que es lo mismo, dejando al descubierto el suelo más clarito. Pero nadie sabe lo que realmente significan, ni cómo pudieron hacerlas sin una perspectiva aérea. Si bien el recorrido que sobrevuela las Líneas tiene que ser espectacular no me gusta recomendarlo. Ni al mochilero por su desorbitado precio ni a nadie por su bajo valor moral (solo alcanzable a los gringos con dinero mientras los locales no tienen acceso). es un destino que está en la ruta y que merece una parada. Puedes ir por tu cuenta a El Mirador, en la Panamericana 20 km al norte de Nazca (dirección Ica/Huacachina), desde donde se observan (parcialmente) un par de figuras: El Árbol y Las Manos. Obviamente, la perspectiva aérea tiene que ser mucho mejor, pero ver estas dos desde aquí es también una pasada.
Huacachina
Literalmente, un oasis en medio del desierto. Esta pequeña y pintoresca población con una hermosa laguna en el centro se halla rodeada de dunas de arena y es idílica para descansar unos días, apartado de todo tipo de estrés. De ahí que vengan tantos mochileros a relajar sus cansadas piernas y espaldas. Tírate en la arena bajo una palmera, date un bañito en alguna de las piscinas de los albergues, móntate en un buggy y recorre los relieves “dunáticos”, alquila una tabla de surf y entrena tus dotes de sandboarding o, simplemente, camina por las dunas sin rumbo fijo. Las puestas de sol son de postal.

Islas Ballestas y Reserva Nacional de Paracas
A estos dos refugios de paisajes y fauna costeros del departamento de Ica se accede en barco desde Pisco o Paracas pueblo (excursiones de un día). En las Islas Ballestas (una hora desde Pisco) navegarás entre arcos y cuevas y tendrás la oportunidad de contemplar animales tales como lobos marinos, delfines, pingüinos de Humboldt, cormoranes, pelicanos y flamencos, entre otros.
La Reserva de Paracas te ofrece una parte protegida y virgen del desierto costero peruano, donde aguardan paisajes muy diferentes con acantilados y mucha fauna. La Reserva está situada en una zona marítima excepcionalmente rica, cuyos afloramientos de aguas extremadamente frías (corriente de Humboldt) producen una gran abundancia de plancton que nutre a peces, crustáceos, moluscos… Que, a su vez, atrae a lobos marinos y aves, una amplia variedad de especies que vienen a ponerse a las botas aquí.
Ayacucho
Una de las ciudades más bonitas del país, de arquitectura colonial y en plenos Andes (a más de 2750 metros de altitud). Ayacucho destaca por sus obras de arte (prehispánico, colonial y criollo), dispuestas en iglesias, templos, casonas y otros edificios señoriales (arte colonial); y dispuestas en los mercados (arte local). Lo mejor para el visitante es pasear sin rumbo fijo, admirándose con sus calles y edificios, y disfrutar de sus cálidos habitantes.
Por si fuera poco, la capital del departamento homónimo respira historia y de la buena: cerca de aquí fue donde se libró la batalla definitiva que llevó a proclamar la independencia del reino de España (9 de diciembre de 1824). Se puede visitar este lugar, el Santuario Histórico de la Pampa de Quinua (a 32 km de Ayacucho), donde un monumento/obelisco se erige en el centro de una explanada. Pero antes de eso hubo más (mucho más), por supuesto… Desde los asentamientos de civilizaciones preincaicas hasta la llegada de los colonos… Aquí no nos vamos a explayar (¡vente y aprende tú mismo!), pero sí mencionaré que por estas tierras nació el Imperio wari (o huari), que se expandió al norte y al sur y destacó por los altos niveles de calidad en producción de cerámica, tejidos, metales y piedra (años 1100-1400 d.C). A 20 km de Ayacucho (en la carretera que va a Quinua) está el Complejo Arqueológico de Wari, el que fue uno de los centros urbanos más grandes del antiguo Perú. Además de pasear por ese paisaje compartido por ruinas wari y cactus varios, hay un museo muy interesante. Ayacucho es, definitivamente, un lugar de parada obligada para los amantes de la historia.
Choquequirao
El secreto, aunque cada vez menos secreto, de los incas puede estar tranquilo. No va a ser avasallado por el turismo. Y es que esa es su mayor grandeza, lo que le otorga la magia a un sitio de estas características. En plena cordillera, lejos de cualquier pueblo y carretera, se encuentra Choquequirao. Inmersas en la más pura naturaleza. Para llegar a ellas uno tiene que llegar primero a la población de San Pedro de Cachora (queda en un desvío más o menos cercano a Abancay, en la carretera que une Andahuaylas y Cusco). Y luego hacer un pequeño “sacrificio”, caminando durante 30 kilómetros (solo ida) por los paisajes más bellos del universo. Las piernas acabarán agotadas de subir y bajar montañas, pero la mente y el alma estarán dando saltos de alegría ante la visión de esas cumbres nevadas, valles y bosques. Gran parte del camino discurre en paralelo al río Apurímac, encajonado en un cañón espectacular.
Se requieren un mínimo de dos noches de acampada en esta ruta. Puedes acampar donde quieras, pero no hay muchas zonas planas para poner la tienda… Por otro lado, hay un par de campings: uno justo antes de cruzar el río en “telesilla” (gratis), y otro a la entrada del complejo arqueológico (de pago). Si madrugas mucho (y estás en forma) puedes dormir las dos noches en el camping anterior al río (así caminas más ligero de equipaje la ida y vuelta de este tramo). En Cachora hay albergues y hostales para recuperar fuerzas.